El nuevo presidente de Colombia, Gustavo Petro, hereda la quinta economía más grande de la región de América Latina y el Caribe. Esta se ubica al final de un ‘top 5′ que lidera Brasil, que en 2021 tuvo un Producto Bruto Interno (PBI) de US$1.61 billones, seguido de México con un PBI de US$1.29 billones. En tercer lugar, figura Argentina con US$488 mil millones, mientras que en la cuarta plaza aparece Chile, que con un PBI de US$316 mil millones logra ubicarse ligeramente por arriba de los colombianos.
El ascenso de Petro al poder ocurre en momentos en que Colombia atraviesa un escenario político, económico y social complejo, donde la polarización política, la excesiva inflación y las secuelas de la pandemia marcan la realidad del país cafetalero. No obstante, el diagnóstico general de la economía colombiana respecto a sus pares de la región lo posicionan ahora como el territorio más estable para las inversiones y el desarrollo de negocios, una condición que pone a Petro en una situación sensible: ¿cambiará el rumbo del país con políticas socialistas e intervencionistas, o mantendrá el modelo económico haciendo ciertos ajustes, pero sin poner en riesgo la atracción de inversión extranjera?
Si miramos la campaña de Petro, nada bueno le espera al país vecino, y más bien pareciera que lo que comienza es una etapa de incrementar impuestos, regulación e intervención del Estado, algo que no ha resultado en ningún país del mundo, pero en lo cual insisten tercamente los políticos de izquierda de la región.
Petro asume el poder con la mayor representación en el Congreso, pero no posee la mayoría necesaria para gobernar sin lograr consensos, lo cual avizora cierto balance por ahora. ¿Querrá Petro llevar a Colombia por el mismo camino ambiguo, incierto y costoso de una asamblea constituyente, como pasó en Chile hace casi dos años?
Para algunos analistas, la victoria del oriundo de Córdoba representa un importante hito para Colombia, dado que es la primera vez que un candidato de izquierda gana las elecciones presidenciales de forma democrática, por ello todo el foco estará puesto sobre él y la gestión que desempeñe en un país con más de 50 millones de habitantes.
Sudamérica tiene ahora una mayoría notoria de gobiernos de corte socialista o intervencionista (Chile, Argentina, Bolivia, Venezuela, Perú, y ahora Colombia) y una minoría de países a favor de la libertad económica (Ecuador, Uruguay, Paraguay, Brasil), de los cuales uno de estos es Brasil, que siempre mira al Océano Atlántico y poco se ha interesado por los países andinos a los que ve más bien como su patio trasero.
La misma mirada de Latinoamérica tiene EE.UU., que hoy además gobierna un presidente intervencionista, amigo del gasto público, de subsidios, programas sociales y que no está sabiendo llevar las riendas de la economía (aún) más grande del planeta.
Los pilares de la economía colombiana
Colombia ha consolidado diferentes acuerdos y alianzas importantes de cooperación para el desarrollo económico a lo largo de su historia. A nivel global, forma parte de la Organización Mundial del Comercio (OMC); la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE); y del bloque de países emergentes CIVETS (Colombia, Indonesia, Vietnam, Egipto, Turquía y Sudáfrica). A nivel continental, es integrante de organizaciones como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID); la Comunidad Andina de Naciones (CAN); la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) y de manera reciente, la Alianza del Pacífico, uno de los acuerdos más relevantes en la actualidad.
Es la tercera economía más importante de Latinoamérica en el sector minero, turístico, energético y de infraestructura, por encima incluso de Argentina o Chile. Desde 1994 hasta el 2018, el promedio de crecimiento de Colombia fue del 3.4%, por encima de Ecuador (3.1%); Uruguay (3%); México (2.5%); Brasil (2.5%); y Argentina (2.3%).
Fuente: LA REPÚBLICA.