Por: Vidalón Guillermo
Comunicador Social especialista en la Industria Extractiva
La noticia que el Perú haya mantenido el segundo lugar entre los mayores productores de cobre del mundo (2.7 millones de toneladas métricas en 2022) es satisfactoria; no obstante, todos sabemos que el Congo, actualmente el tercer mayor productor del rojo metal nos pisa los talones y si incrementa su producción nos sobrepasará.
La pregunta que sigue es, por qué el Congo logra incrementar su producción y el Perú no lo hace, a pesar que cuenta con yacimientos descubiertos con un potencial que podría convertirnos en el primer productor de cobre, el metal del futuro asociado a una mejora significativa en las condiciones ambientales del país y el mundo, porque resulta indispensable para implementar el cambio de matriz energética, es decir, migrar del empleo de combustibles fósiles al de energía eléctrica y en ese proceso, el cobre cumplirá un rol preponderante.
Cierto es que a las operaciones mineras cupríferas les fue mejor en el 2023, no hubo las interrupciones ni paralizaciones forzadas que se registraron en el nefasto año previo. Las políticas implementadas han tenido un resultado favorable, así como la construcción de otra mina que, cuando pague impuesto a la renta se sumará al aporte que desde 1976 brinda la mina Cuajone a la región Moquegua y al Perú.
Si el cobre resulta indispensable para evitar las emisiones de gases de efecto invernadero (CO2), lo razonable es que se promueva una conciencia social en todos los niveles y estratos de la sociedad peruana de la importancia de aprovechar el recurso cobre, particularmente en la actualidad, sea por un tema netamente ambiental o por la oportunidad económica que este metal representará para el Perú.
Si el mundo demanda más cobre, lo que sucederá es que su precio se va a incrementar, los términos de intercambio favorecerán a los países productores, en consecuencia, la competencia por lograr los mayores beneficios de este mercado dependerá de qué productores incrementan su producción, sea por la ampliación de las operaciones actuales o por el desarrollo de nuevos proyectos cupríferos.
¿Qué pueden hacer las autoridades?
Pedagogía social, ese es su rol, informar de los beneficios que puede alcanzar el país si incrementa su producción de cobre una o dos veces más. Por ejemplo, debería hacer el ejercicio de cuántas represas, reservorios o cochas podrían construirse en las zonas altoandinas para garantizar suficiente agua para la demanda actual de la población y de todas las actividades económicas, principalmente en las que el Perú destaca, como es su agricultura y la minería. Ambas requieren el cierre de brechas de infraestructura que beneficia al turismo y, entre las tres, generarán el empleo suficiente para acabar con la pobreza y pobreza extrema que suele ser empleada como caballitos de batalla en los procesos electorales y, finalmente, esta realidad social que lacera nunca llega a ser superada.
Es tiempo de ver a la minería como una oportunidad para todos los peruanos.