Uno de los indicadores adelantados del PBI es la demanda (o producción) de electricidad, la misma que está anticipando un escenario de contracción en la actividad económica.
Según Thorne & Associates, en términos desestacionalizados, en enero se tuvo una caída de 2.3% en la demanda eléctrica respecto de diciembre del 2022. En los primeros 13 días de febrero, la caída es de 1% (respecto del primer mes del año).
Su director, Alfredo Thorne, aseveró que el performance del indicador va en línea con una prevista contracción del PBI de 0.9%, en términos desestacionalizados, en el primer trimestre del presente año (contra el cuarto trimestre del 2022), y de -0.5% respecto del mismo periodo del año pasado.
“Cuando empezaron las protestas, entre el 7 y 19 de diciembre, hubo una caída de la demanda eléctrica, pero la caída más fuerte se da entre 4 y el 18 de enero. Podemos entender a la demanda de electricidad como un indicador bastante correlacionado con la actividad económica”, apuntó.
Diego Díaz, economista asociado de Macroconsult, explicó que la variación interanual (contra el mismo periodo del 2022) de la demanda de energía es positiva en alrededor de 6% en enero y en lo que va de febrero. En tanto, COES reportó que en enero la producción de energía eléctrica aumentó 4.4%.
Díaz destacó que hay factores puntuales que han atenuado el impacto de los conflictos sociales -relacionados con las paralizaciones de actividades mineras- en la demanda de energía.
“Ese 6% esconde ciertas tendencias como el impacto en el sur. Quellaveco impulsa la demanda eléctrica y compensa, en parte, las caídas en febrero en la demanda (eléctrica) de otras operaciones mineras, como Antappacay (impactada por el contexto de protestas sociales)”, afirmó.
Al respecto, Thorne mencionó que la intensificación de las protestas durante enero llevó a que la demanda eléctrica de las minas se desacelere de 6.8% en diciembre a 3.7% en enero.
Asimismo, en los primeros 13 días de febrero se muestra una caída de 4.4% (interanual), explicada por la contracción en las minas Shougang, Yanacocha, Antapaccay, Cerro Verde, Chinalco y Southern -ver tabla-.
“Minas grandes como Antapaccay fueron foco de las protestas. Las Bambas, que tuvo problemas también, tuvo una mayor demanda por electricidad, que fue una sorpresa. Se puede considerar que lo que siempre ha hecho Las Bambas es seguir produciendo y acumular inventarios, pero no la transportan al puerto, en este caso, por las protestas”, sostuvo el también exministro de Economía y Finanzas.
Explicó, asimismo, que, si bien hay algunas mineras que no fueron directamente afectadas por la convulsión social, estas pudieron reaccionar igual con una reducción de producción y, por lo tanto, menor demanda eléctrica, como una medida de prevención.
“No tiene mucho sentido que se reduzca la producción, por ejemplo de cobre, cuando el precio está más alto. Es decir, no hay razones externas para limitar producción. Entonces, da la impresión de que algunas minas estuvieron atentas a lo que podría pasar (por las protestas), no acelerando producción ni acumulando inventarios”, indicó.
Otros soportes de la demanda eléctrica
El economista de Macroconsult indicó que otro frente es la refinería de Talara, que está incrementando su productividad mes a mes, lo que impacta positivamente en la demanda eléctrica.
“El proyecto cuenta con un plan de autoabastecimiento de electricidad y, por lo tanto, va a contar con una planta de cogeneración eléctrica, pero hasta que esta entre en operación va a estar impactando en los resultados de la demanda eléctrica nacional en buena parte del 2023”, indicó.
Añadió que la mayor ocupación de oficinas, dejando de lado la modalidad home office, también aumenta el indicador de demanda eléctrica.
“Ahora hay más gente trabajando en oficinas y, por ejemplo, muchas de ellas tienen aire acondicionado, entre otros artefactos. La intensidad energética de que una persona trabaje en oficina es mayor a lo que sucede en el hogar”, aseveró.
Fuente: GESTIÓN.