Con las cifras macroeconómicas conocidas de los dos primeros meses del 2022, ya se va configurando la posible recesión con inflación para el presente año, que contradicen los optimistas informes del gobierno y los del Banco Central del Perú.
Resulta natural que el Estado asuma una visión alentadora de lo que se espera como resultado económico para el presente año en el Perú, pero no se puede llegar a una ceguera como está aconteciendo.
Por ejemplo, llama la atención que el BCR, en su reciente Programa Monetario, manifieste que la alta inflación vigente de 6.15% anualizada, es por la presencia de factores transitorios como el incremento de los precios internacionales de insumos alimenticios y combustibles, así como del tipo de cambio, pero que ellos tendrían una trayectoria decreciente en el segundo semestre. Tal consideración esperanzada es errónea.
Ya antes de la guerra Rusia-Ucrania, los precios de los alimentos y combustibles se habían elevado por un efecto rebote de la demanda mundial, ante la atenuación del Covid-19 a nivel global, lo que llevó a una saturación de la producción y de la logística mundial, con la consecuente elevación de los costos y su traslado obvio a los precios.
Ya sin la guerra aludida, se estaba produciendo un enfriamiento de la economía y un aumento de la inflación mundial. Los grandes motores de la economía global: EE.UU., China y Europa están con tales problemas. Con las consecuencias del conflicto y sus repercusiones de trabas comerciales, financieras, inversiones, geopolíticas y cibernéticas, la recesión con inflación se está propagando por toda la tierra. Eso no es transitorio.
Tampoco será transitorio el que, en el segundo semestre, el tipo de cambio retome su escalada natural para aparejarse con la inflación interna y, sobre todo, por las consecuencias globales de los aumentos de las tasas de interés que los bancos centrales están determinando para frenar la inflación en sus países.
Una muestra de lo que está sucediendo es la creciente alta inflación de EE.UU., de casi 8% anualizado, la mayor cifra de las últimas cuatro décadas. La FED se dispone a subir fuertemente las tasas de interés de referencia y comenzar a absorber la gigantesca cantidad de dinero que emitió en los últimos años.
Ese paso manifiesto de la FED, para frenar la inflación estadounidense, repercutirá negativamente en países como el Perú, sea por aumento del tipo de cambio, mayor costo de los bienes y servicios que se importan, y una posible baja en la cotización de nuestros metales que exportamos por disminución de la demanda.
La recesión en el Perú tendrá como puntales al menor consumo de la población, al decrecimiento de la inversión privada, a la pésima gestión gubernamental y al entrampamiento político. Estos últimos elementos no son transitorios y son soslayados por el BCR en su Programa Monetario.
El BCR juega a la política por omisión. ¿Cree el BCR que el régimen de Pedro Castillo, con el despliegue de autoridades mediocres y programas gaseosos que no cumplen, puede alentar las inversiones privadas o realizar una gestión sana con las inversiones públicas? Esto no es transitorio.
¿Cree el BCR que la trifulca política vigente se arreglará pronto, y que el escenario siguiente será confiable para que los inversionistas privados emprendan proyectos de envergadura? Esto tampoco es transitorio.
¿Cree el BCR que el gobierno tiene la intención y pericia para arreglar los problemas que ha generado en la minería, como en Las Bambas y Cuajone? ¿O podrá manejar el problema de evidente corruptela que tiene Petroperú? Ello sólo para mencionar algunos de los grandes asuntos complicados, que se replican en muchos otros que reprimen la economía. Esto no es transitorio.
¿Cree el BCR que con el posible populismo del gobierno, de seguir repartiendo bonos para apoyar a sus candidatos en las elecciones Regionales y Municipales del 7 de octubre, el consumo aumentará para sostener la economía en el corto plazo? Esto si es transitorio, pero se diluirá en pocas semanas.
Poco o nada de estas cuestiones son tomadas en consideración por el BCR, por lo que sus nuevas proyecciones, a la baja, quedan cortas para lo que va a suceder con la economía.
Al esquivar temas cruciales, el BCR tergiversa lo que nos espera realmente y, con ello, da una base incongruente para que los agentes económicos tomen sus decisiones. Al final esas malas disposiciones públicas y privadas serán pagadas con la tuya y con la mía, en el corto o largo plazo, nada es gratis.
Por último, el BCR se encuentra en un dilema. Si continúa elevando las tasas interés para detener la inflación, la recesión será mayor. Si no lo hace o lo hace a medias, la inflación seguirá aumentando. Por un lado o por otro se incrementará la informalidad y la pobreza.
Fuente: GESTIÓN.